K r a f t w e r k
Quien no tenga los sentidos saludablemente expandidos y la cultura musical lastimosamente cerrada escucharía en Kraftwerk la banda de sonido de algún documental sobre una fábrica de auto partes o de algún video game de antaño. Pero este grupo significa mucho más que eso en la historia musical de las últimas décadas.
Sería necesario, para una mayor comprensión del fenómeno, tratar de comprender la situación en la que se encontraba el mundo para 1970, año en que Florian Scheneider y Ralf Hutter fundaron Kraftwerk. Así, dialogando con su entorno, es como el Scheneider fundaron arte opera mismo tiempo que es como clave; accionando como intérprete al interpretado. Y si este diálogo ha de ser rico en cuanto a la cultura representativa de una época se refiere, ni que hablar de las vanguardias, que invitándonos a reconocer críticas, realidades opuestas que se expanden hasta dejar de ser, nos sugieren que ese diálogo nuevas formas y no es tan se supone mecánico como Nacidos en Alemania, una de las clásicas cunas de las vanguardias más significativas, los Kraftwerk miraron a su alrededor; vieron lo mismo que los hippies de la costa oeste americana, lo mismo que los jóvenes universitarios del mayo francés, lo mismo que todos los de aquella generación vieron, pero el pasado y el presente era diferente y mucho más lo fue la óptica que Hutter y Scheneider utilizaron para interpretar aquel presente.
Quien no tenga los sentidos saludablemente expandidos y la cultura musical lastimosamente cerrada escucharía en Kraftwerk la banda de sonido de algún documental sobre una fábrica de auto partes o de algún video game de antaño. Pero este grupo significa mucho más que eso en la historia musical de las últimas décadas.
Sería necesario, para una mayor comprensión del fenómeno, tratar de comprender la situación en la que se encontraba el mundo para 1970, año en que Florian Scheneider y Ralf Hutter fundaron Kraftwerk. Así, dialogando con su entorno, es como el Scheneider fundaron arte opera mismo tiempo que es como clave; accionando como intérprete al interpretado. Y si este diálogo ha de ser rico en cuanto a la cultura representativa de una época se refiere, ni que hablar de las vanguardias, que invitándonos a reconocer críticas, realidades opuestas que se expanden hasta dejar de ser, nos sugieren que ese diálogo nuevas formas y no es tan se supone mecánico como Nacidos en Alemania, una de las clásicas cunas de las vanguardias más significativas, los Kraftwerk miraron a su alrededor; vieron lo mismo que los hippies de la costa oeste americana, lo mismo que los jóvenes universitarios del mayo francés, lo mismo que todos los de aquella generación vieron, pero el pasado y el presente era diferente y mucho más lo fue la óptica que Hutter y Scheneider utilizaron para interpretar aquel presente.
Al término de la segunda guerra y con el espectacular salto tecnológico, que hoy más que nunca parece carecer de techo, edificios monumentales, carreteras, aparatos electrónicos, rascacielos y las constantes novedades de la industria pasaban a formar parte de la vida cotidiana de las grandes urbes que mostraban día a día su desmesurado crecimiento. Esa vida en común que todas las grandes ciudades tendrían como identidad sería lo que Kraftwerk musicalizaría. Ralf y Florian se conocieron en 1968, cuando ambos estudiaban música clásica en el Conservatorio de Dusseldorf. Ralf comentaría años más tarde: "Los instrumentos clásicos eran demasiado limitados y se perdía mucho tiempo practicando ejercicios mecánicos para conseguir agilidad. Con nuestros ordenadores, todo esto desaparece, y así se puede aprovechar mejor el tiempo en la estructuración de la música".
Por supuesto que estos hombres no salieron corriendo a comprar samplers, cajas rítmicas ni secuenciadores a la casa de música más cercana; todo esto aparecería, tal como hoy se ofrece en el mercado, mucho tiempo después. Inclusive, Kraftwerk, se mantuvo alejado de los «sinte» standard que aparecieron en la época firmados por empresas como Moog, EMS o ARP, para usar su rudimentario y casero equipamiento: órganos electrónicos modificados y osciladores de fabricación casera. Con los años, el estudio de estos muchachos, se transformó en una especie de laboratorio de elite lleno de prototipos de modelos desarrollados por diversas compañías y aparatos altamente complejos construidos por encargo. No sólo los sonidos eran totalmente nuevos, acompañaba a la música una estética sobre el escenario totalmente deshumanizado, robótica, una visión futurista más cercana a Metrópolis (el film magistral del director alemán Fritz Lanz) que a La Guerra de las Galaxias. Mientras en los escenarios del mundo se buscaba el desborde de energía, Kraftwerk proponía un ambiente ultra mecanizado al grado de provocar una relación casi hipnótica con los concurrentes a sus conciertos, una vidriera con escaso movimiento que rompía de manera despiadada con la figura del músico hiperactivo transpirando por el despliegue que la interpretación y el público le exigía.
El concepto Kraftwerkiano es la variable que permite reconocer su razón. Para Kraftwerk (Planta de Energía en alemán), el proceso de producción musical es un proceso de producción industrial. Esta definición puede sonar antipática, pero reconozcamos que es vanguardista, teniendo en cuenta que siempre se trató de caracterizar a la esfera del arte como algo que escapa a los procesos materiales, y sincera, dándoles la razón acerca de que en el presente nada parece escapar a la lógica que la industrialización ha impuesto. La huella de este grupo se fue desdoblando en tendencias que van desde la música industrial al techno - pop, pasando por el trip hop, el techno, el house, el ambient, el jungle, el hip hop, etc. Sus sonidos sirvieron de inspiración a bandas como Depeche Mode, Front 242, Nitzer Ebb, 808 State, Orbital, NIN, etc. y han servido de musa a músicos y agrupaciones de distintas tendencias como Bowie, Pet Shop Boys, Cabaret Voltaire, Human League, OMD y un sinfín de artistas que más allá de juzgarlos como dignos o no de ser citados han tomado de los padres del tecno algo de aquel influjo innovador que representó su visión de la forma de hacer música.
Con el paso de las décadas la producción de Kraftwerk se fue espaciando y el fantasma de la ausencia aparece como si Kraftwerk ya hubiese cumplido su misión. La realidad es que la falta de un manager hace que su contacto con el exterior sea complejo y que este aislamiento voluntario cree alrededor de ellos un misterio que sus seguidores alimentan con la esperanza de que en cualquier momento el grupo sorprenda al mundo con un nuevo trabajo. Por el momento dedicados a una gira mundial los Kraftwerk, esos hombres mitad humanos mitad robot, ya llevan 28 años casados con la tecnología, viendo como aquel hijo nacido del paisaje industrial de Dusseldorf va mutando a través del tiempo y de los diferentes lugares. Les gusta la definición de música folk industrial ya que sostienen que todas las urbes industrializadas poseen una semejanza que las une a través de una identidad tan determinante como las de aquellas zonas rurales que acunaron disímiles formas de musicalizar sus paisajes de vida. Aparte de la gira que hoy los ocupa, el dúo fundador, trabaja durante 8 hs. por día en un proyecto secreto que ni EMI (su casa discográfica) se atreve a develar.
Pasaron casi tres décadas y Kraftwerk, lejos de transformarse en el recuerdo de una de las bandas más influyentes desde los Beatles y los Stones, amenaza con seguir haciendo cantar a las autopistas, al ferrocarril y a las computadoras.
NOTA: El 12 de octubre de 1998 Kraftwerk pasó por Argentina para realizar un concierto, que sin duda fue memorable, donde interpretaron temas de la vasta discografía que conforma su carrera dilatada.
Disponibles en CD: Autobahn (1974) - Radiactivity (1975) - Trans Europe Express (1977) - The Man Machine (1978) - Computerworld (1981) - Electric Cafe (1986) - The MIx (1991) - The Model (1992)
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