Luego de la decadencia de los primeros ídolos del rock and roll a finales de los años 50, la estafeta la tomaron los artistas de color, quienes a principios de los 60 pusieron a bailar a todo mundo con su sonido Motown, una celebración de R&B, soul y funk.De esa oleada de artistas se recuerdan, entre muchos otros a The Supremes, The Marvelletes, The Shirelles, Marvin Gaye, Stevie Wonder y el padrino del funk, James Brown, que le dieron un nuevo sentido a la música pop con su frescura y alegría.Pero bastaría con que la década dejara pasar cuatro años para que un nuevo movimiento, con dimensiones y repercusiones tan grandes como las del nacimiento del género, se presentara. Con la llamada "invasión inglesa" la música británica se hacía presente y, como ocurriría de ahí en adelante, demostraría que a partir de ahí irían siempre un paso adelante a lo que se creara en Estados Unidos.Entonces el mundo entero vibró a ritmo de The Kinks, The Animals, The Who, The Zombies, The Shadows, The Hollies y, por supuesto, con The Beatles y The Rolling Stones, las dos bandas más importantes e influyentes en la historia del rock.En tanto, en Estados Unidos la respuesta llegaría unos años después, cuando pasada la mitad de la década el rock ácido y la psicodelia se apoderaría de la escena y traería un nuevo movimiento al rock, quizá el más trascendente y de gran repercusión social y cultural.Luego de que Bob Dylan decidiera dejar un poco el folk y electrificar su música, una gran generación de bandas estadounidenses empezaron a crear un movimiento que años más tarde, en 1969, desembocaría en la llamada “nación Woodstock”, un festival de tres días de duración que convocó a cerca de medio millón de personas.De esa generación destacan Jimi Hendrix (considerado como el mejor guitarrista de rock de todos los tiempos), Janis Joplin, The Doors, The Jefferson Airplane, The Greateful Dead, The Byrds, Country Joe & The Fish, y una serie de grupos provenientes principalmente de la Costa Oeste de los Estados Unidos.Con el Festival de Woodstock, realizado en Woodstock, Nueva York en 1969, esa generación del "peace and love" vivió su momento utópico, su punto álgido, pero a la vez marcó el inicio del fin, que ocurrió meses más tarde con el concierto gratuito que The Rolling Stones ofrecieron en Altamount, California, en donde un joven de raza negra fue cruelmente acribillado y asesinado por la pandilla de los Hell's Angels, paradójicamente contratados por los Stones para encargarse de la seguridad. El sueño había terminado.